Explorando el lente teórico de la colonialidad del poder y la colonialidad del ser, este artículo analiza el suicidio de uno de los personajes principales en la novela de Oscar René Benítez, Inmortales (1983). Si por un lado éste podría entenderse como un acto de autonomía ante la sujeción del personaje, por otro, se argumenta que es un acto problemático en tanto legitima la muerte como amenaza y presencia constante en la vida de los sujetos racializados viviendo en la diáspora centroamericana.